miércoles, 17 de febrero de 2010

Modelaje Practique lo que predica

Iris Herrera de Milano

Suena el intercomunicador del apartamento y Jorge, de 6 años, responde. El herrero que fabricó las rejas para las ventanas solicita a la señora de la casa, para cobrar el monto que todavía está pendiente de pago. Guiándose por las señas y gestos que hace su madre, Jorge responde al herrero que ella no está en casa y que vuelva más tarde.

....Han pasado los años y Jorge ya está en la secundaria. El Profesor Guía lo citó a su oficina debido a numerosos retardos de Jorge para llegar a clases. Jorge tiene que esperar un rato porque el profesor está atendiendo a una colega y oye cómo ella le reclama al Profesor que un perfume que éste le vendió no es “legítimo, de la marca que ella le encargó”.
.... Tiempo después, Jorge estudia Administración y cada vez que toca la materia Calidad Total, él y sus compañeros pierden parte de la clase porque para el Profesor es imposible llegar a tiempo, ya que su horario de trabajo en una Empresa Consultora se solapa con el horario de las clases que debe dictar en la Universidad.
... Por esos mismos días, Jorge lee en el periódico que un prominente líder político del país, defensor de los valores nacionales, salió de viaje a internarse en una clínica en el exterior a fin de someterse al chequeo médico anual.
.. Con los años, Jorge llega a Gerente exitoso en una empresa y explica a sus supervisados que “de ahora en adelante trabajarán en equipo para propiciar mejores resultados del negocio”. También les informa que, “para ello, se eliminarán los tabiques divisorios y todos los trabajadores estarán ubicados en un mismo espacio, sin paredes que dificulten el intercambio del equipo”.
Un trabajador pregunta si el cuerpo gerencial compartirá ese espacio. Jorge aclara que los Gerentes, por su nivel, necesitan conservar sus oficinas.

¿Qué se repite en la historia de Jorge?
Parece que Jorge, el Gerente, aprendió bien la lección que desde pequeño estuvo recibiendo y, fiel al apren-dizaje, se comporta de manera diferente a lo que dice.
¿A cuál conclusión cree usted que llegarán los trabajadores de Jorge? Igualmente, podemos preguntarnos ¿qué estarán aprendiendo los hijos de Jorge?

Pareciera que, para entender cómo nos desenvolvemos, tendríamos que formularnos unas cuantas preguntas básicas

Con frecuencia creemos firmemente en lo que decimos, sin embargo, llegado el momento de actuar, hay “algo” que nos impide comportarnos de acuerdo con lo que pregonamos.
¿Será el miedo a las posibles consecuencias de nuestros actos?; o ¿tal vez tendremos temor a “contrariar” a personas de mayor status, o a quienes por algún motivo consideramos importantes para nuestro “progreso en la vida”?; o ¿tal vez somos de aquéllos que, por supervivencia, asumen que llevan una especie de “bozal de pan” y optan por “acomodarse”?

Otras veces, efectivamente actuamos según lo que hemos venido predicando, pero no creemos en nuestras propias palabras. ¿Por qué nos ocurre esto?
¿Será que descalificamos la capacidad de percepción de los que nos rodean y pensamos que no se van a dar cuenta de nuestra inconsistencia?
¿Será que por conveniencia elegimos mostrar una máscara para, de esa manera, aprovecharnos de las circunstancias? ¿Queremos “estar en la buena” con personas a quienes consideramos “clave” para nuestro futuro, acercarnos a los centros de poder o permanecer en ellos y, a toda costa, “quedar bien con Dios y con el Diablo”
¿Será para no admitir que “hasta nosotros” nos equivocamos alguna vez en el pasado y seguir “defendiendo” lo indefendible, sin admitir el error ni ceder en nuestra posición?
¿Será por obediencia ciega a la autoridad formal, por una presunta “disciplina”, que pudiera estar rozando los bordes de la irracionalidad?
¿Será por comodidad, para “no llevarle la contraria” a alguien importante, para “no atravesarse” en el camino de esa persona? ¡Total, la vida es muy corta, ¿para qué buscarse complicaciones sin necesidad?!

Las razones que tenemos para vivir y mantenernos en la incongruencia son estrictamente personales y sólo conciernen a cada individuo. Esto es válido mientras no estemos ocupando posiciones en las que, por un motivo u otro, seamos líderes, conductores, o guías de un grupo de personas.
Sin embargo, cuando somos progenitores o figuras de autoridad para niños, o somos maestros/profesores de primaria o secundaria o docentes universitarios, o somos figuras políticas del país, o supervisores de un grupo de trabajadores, o dueños de empresas, etc. nuestra conducta es observada, escrutada, seguida atentamente y, en no pocas ocasiones, “copiada” por aquéllos que son nuestros “seguidores” (hijos, alumnos, militantes de partidos políticos, supervisados) quienes en su desempeño cotidiano nos consideran un modelo a seguir.

Es de allí de donde deriva nuestra responsabilidad individual. Por ello, cada uno de nosotros tendría que pre-guntarse:
¿cómo es mi conducta, qué es lo que los demás están viendo en mí, qué estoy proyectando, cómo estoy actuando, es mi comportamiento digno de ser “copiado” o  “imitado” por alguien?, o
¿constituye mi comportamiento un modelo inadecuado, precisamente porque digo una cosa y hago otra; o creo una cosa, digo otra y hago después otra completamente diferente?

Esta reflexión nos lleva a interrogantes casi inevitables.


¿Cómo esperaríamos que se
comportaran nuestros líderes? 


martes, 2 de febrero de 2010

La Ética en los Negocios

La Ética en los Negocios

¿Podremos recuperarla?


Por Iris de Milano

Cuando alguien miente, alguien sale perdiendo”

Stephanie Ericsson,

Escritora norteamericana (1953 - )

¿Por qué estamos en el lugar en donde ahora nos encon-tramos?

¿Por qué la economía parece no poder alcanzar el fondo del pozo y desde allí volver a subir de nuevo?

¿Qué fue lo que pasó que nos hizo dar tan drástica voltereta?

¡No podemos hacernos los inocentes!

Desde hace algún tiempo habíamos venido observando directamente algunos síntomas:

· alta rotación de diversas tiendas de distintos ramos en un mismo local

· permanencia de locales vacíos en zonas que hacía poco tiempo eran consideradas las más apetecibles para la instalación de negocios

· disminución en las ventas de las tiendas que aún lograban sostenerse

· reducción progresiva de la cantidad de trabajadores en muchas empresas, e incremento de la carga de trabajo del escaso personal que iba quedando

· contratación de trabajadores cada vez menos expertos y conocedores del producto o servicio

· eliminación de personal propio y contratación de servicios con terceros: administración de la nómina, contabilidad, almacenaje, etc.

· aumentos cada vez más frecuentes en el precio de casi todas las mercancías

· disminución de las ofertas y ventas especiales de los productos que realmente valen la pena (alimentos, por ejemplo)

· eliminación de las pólizas de seguros de salud o de cuidados de largo plazo, que teníamos contratadas

· reducción en la compra de cosméticos

· visitas cada vez más distanciadas a la peluquería y, al final, arreglarnos el cabello nosotros mismos

· aplazamiento de la sustitución del vehículo por otro más nuevo, decisión de utilizar un solo vehículo para toda la familia, o de no tener ninguno y comenzar a usar el transporte público

· abandono de nuestros tratamientos médicos para enfermedades crónicas, usualmente muy costosos

· uso de las varias tarjetas de crédito disponibles para comprar comida y artículos de primera necesidad, y así hacer malabarismos con el dinero de la quincena

· ponerse de acuerdo varias personas o grupos familiares y -entre todos- unir esfuerzos y dinero para comprar una casa con varias habitaciones y varios baños, para poder vivir de una manera más o menos decente, aunque compartiendo áreas y gastos comunes; ya que de otra forma resultaba imposible para cada interesado obtener por sí solo la hipoteca para la compra de una vivienda

las señales de una economía

menos boyante eran interminables

Casi que constituían gritos. Estuvieron allí durante años y no quisimos verlas y menos aún mencionarlas, para no ser calificados de “negativos” y “pesimistas”.


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