viernes, 11 de diciembre de 2009

¡Deje ya la lloradera! Decídase a Cambiar

¡ Deje ya la lloradera!

Decídase a Cambiar

¿Cuántas veces hemos oído

algo como lo siguiente?

Manuel terminaba de dejar su vehículo en el esta-cionamiento del edificio y vió como Hernán cerraba, furioso, la puerta del suyo. Manuel, al ver así a su vecino, se le acercó y le preguntó qué le pasaba, a lo que Hernán le respondió

”Todas las empresas son iguales. Uno prác-ticamente pasa su vida en ellas y no te lo agra-decen. Bueno, lo que en realidad ocurre es que el nuevo jefe me la tiene dedicada a mí: no me toma en cuenta, no me manda a cursos. Desde que reor-ganizaron, todo ha sido peor. Yo como que renuncio y los dejo ahí entendiéndose.”

La fábrica de caramelos “La Ideal” había dominado el mercado durante los últimos 30 años. Al desaparecer las barreras arancelarias y tener que competir con golosinas de muy alta calidad y menor precio importadas de otros países, la empresa comenzó a declinar. Alejandro Franco, principal accionista, vociferaba contra esa apertura que estaba “acabando con la industria nacional, desprotegida ante la invasión extranjera”; sin que le pasara por su men-te el hecho de que “La Ideal” había tenido más de 30 años para prepararse para estas épocas de competencia y globalización.

Hernán, Alejandro, Usted, yo.

Necesitamos ver la situación

de manera diferente

¡ Basta ya de hacernos las víctimas !


El cambio de nuestro sistema de creencias no ocurre de un día para otro. Cuando finalmente tomamos la decisión de hacerlo para continuar viviendo, por lo general vamos introduciendo ese cambio paso a paso.

Se inicia con la modificación de conductas específicas, concretas, y progresivamente se va extendiendo el radio de acción, hasta que vamos abarcando una gama más amplia de maneras de actuar.

Estas conductas se van afianzando a medida que van en-contrando refuerzo en el medio en el que nos desen-volvemos. Y es así como un día, tiempo después, nos damos cuenta de que nuestro sistema de creencias se ha transformado.

Una muestra de ello es ¿cómo pensaba yo siendo ado-lescente acerca de la crianza de los niños y, como pienso ahora, en mi edad adulta, cuando tengo mis propios hijos? ¡Cómo cambió tanto mi juicio acerca del tema!

Pues bien, la vida laboral no es diferente y esto lo pue-den percibir con más facilidad aquéllos que tienen el doble rol de ser empleados de una empresa durante algunas horas al día y, al salir de ese trabajo, van a desempeñarse, durante otras horas del mismo día, como dueños o accionistas de su propia empresa.


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